sábado, 28 de octubre de 2017

Mi recuerdo para la humanidad

Hace unas semanas conocí unas personas que viajaban desde Babaria (sur de Alemania) a Granada (España) a una comunidad de vida alternativa. Esa comunidad se llama Beneficio, es bastante famosa en Europa, no sé si es tan conocida en Argentina. Tobías, el alemán, viajaba con Elli en una autocaravana que habían practicamente restaurado con sus propias manos. Él es especialista en software aunque ahora se dedica a hacer piercings, pintar y pronto empezará a tatuar. Los días con ellos fueron magníficos: además de trabajar en una finca de olivos con una conexión hermosa, nos pasamos los días charlando y discutiendo el sentido de la vida, la existencia de la realidad y los caminos de la verdad, pues son de esas personas que tienen un profundo recorrido espiritual. Tobías, en su afán de compartir toda su experiencia, escribió un poema que resume toda su vida espiritual y me pidió que lo traduzca al castellano. He aquí mi pequeño aporte a la transmisión de su mensaje, "Hier mal was für die Erinnerung" (Mi recuerdo para la humanidad) de Tobías Steinbrunner. 

sábado, 14 de octubre de 2017

Alfajores santiagueños

Carmen es la única de mis abuel@s que aún esta viva. No sabemos por cuento tiempo más, pero por las fotos que me manda mi papá desde Santiago del Estero nos dice que ya está muy agradecida de la vida, y que dio tanto amor como un ser vivo puede dar a sus nietos, hijos e hijas de la vida, nietos y bisnietos y porsupuesto, a mi abuelo Miro. Ella se llenó de amor simplemente amando. También tuvo mucho tristeza. Su tristeza es difícil de ver, pero estoy seguro que esta relacionada con alguna frustración de no haber podido amar más.

martes, 10 de octubre de 2017

Coherencia, sensibilidad y respeto

Finísimos rulos de madera se forman al rascar el formón la madera de olivo que estoy tallando para construir un estante. Estoy en España. El sonido, el contacto con la madera, el olor de la cola fresca me hacen viajar en el tiempo, veinte años atrás. Marzo de 1999. Primeros días de secundaria en el Instituto Técnico, en Tucumán. Tenía doce años, nuevos compañeros que en el lapso de seis años se convertirían en amigos para toda la vida y ni una pista del Pablo en el que me convertiría años después. Como en todo colegio técnico, además de las teorías a la mañana, teníamos taller a la tarde. Mi curso era grande, de treinta chicos y una chica (la más linda de todo el Instituto), y como el cupo máximo por taller era de quince, desde Avila hasta Kousal empezaron el curso de carpintería y desde Llomplat hasta Nalín, el de herrería. A mi me tocó carpintería.